martes, 20 de octubre de 2009

Francisco De Goya y Luciente

BIOGRAFÍA DE FRANCISCO DE GOYA:


Don Francisco de Goya, fue un pintor y grabador español, nacído en 1946-Burdeos, Francía. Goya, fue el artista más importante de su tiempo, Goya es considerado, por sus obras, el precursor del impresionismo.
Goya, aprendio de su padre el oficio de dorador, aunque fue pintor, Goya, se traslado a Madrid, para estudiar pintura junto al maestro Francisco Bayeu, con cuya hermana se caso en 1775, año en el que se establece finalmente en Madrid, tiempo despúes, Bayeu, le cede trabajo en la fabrica de tapices reales, en la cual, fabrico sesenta y tres tapices, en los cuales plasmo la vida cotidiana de la familia real.
Luego empezoa ejercer como retratista, y pintor de obras religiosas, ganando un gran prestigio, en 1785 ingresó en la Academia de San Fernando y en 1789 fue nombrado pintor de la Corte Real Del Rey Carlos IV.
Años más tarde retrato, los aconteciemientos más importantes de la época.
Diez años más tarde, pinto el famoso retrato de "La Familia De Carlos IV".
También es sabido, que retrato a la más alta aístocracia madrileña (Duquesa de Alba...).

Retrato de Carlo IV:

CONTEXTO HISTORICO:
S. XVIII:
A principios del siglo XVIII se plantea en España la cuestión sucesoria con la muerte de Carlos II sin sucesión. Los candidatos al trono son Felipe de Anjou y el archiduque Carlos y tras una dura Guerra de Sucesión accede al trono el primero de los dos como Felipe V. Este es un monarca absolutista, que sin embargo facilita la entrada en nuestro país del pensamiento ilustrado y las ideas inglesas y francesas. Se promueven en España varias reformas en el siglo XVIII pero sin demasiado éxito por la oposición del clero, de la nobleza y de los propios destinatarios, el pueblo llano, que manipulado por la Iglesia seguía anclado en la tradición y mantenía el espíritu contrareformista contra las ideas inglesas y francesas.
S. XIX:
El siglo XIX fue testigo de grandes cambios en Europa, España no fue una excepción. En la primera parte de dicha centuria España sufrió la independencia de la mayoría de sus colonias en el Nuevo Mundo. El siglo también estuvo marcado por las intervenciones extranjeras y los conflictos internos. Napoleon puso a su hermano José Bonaparte en el trono español, tras la expulsión de los franceses, España entró en un extenso periodo de inestabilidad, la mayor parte del siglo se sucedieron continuas luchas entre liberales.

OBRAS DE GOYA:
El cuadro posee dos títulos: Los fusilamientos del 3 de mayo y Los fusilamientos en la montaña del príncipe Pío, siendo el primero el más conocido. Como datos de interés diremos que sus dimensiones son de 2´68 X 3´47 metros. El tipo de cuadro es un óleo sobre lienzo, su autor es Francisco de Goya (1746-1828) y fue realizado en el año 1814.

El 24 de febrero de 1814 Goya presentaba al consejo de Regencia la solicitud para ilustrar episodios sobresalientes de la insurrección de Madrid contra los franceses de Napoleón; el 9 de marzo se le encargaba pintar "los más notables y heroicas acciones o escesos de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa. Con unos horarios de 1500 reales mensuales, más los gastos.

Entre estas heroicas acciones se encuentran los fusilamientos. La mayoría de ejecuciones de los insurrectos madrileños por parte de las tropas francesas tuvieron lugar en el cercado de la casa del Principe Pío.

PERSONAJES HISTORICOS:
CARLOS IV:
El inicio del reinado de Carlos IV, con el gobierno en manos de José Moñino, conde de Floridablanca, marcó un intento de continuidad, cada vez más controlada, del reformismo ilustrado. Se trató de poner trabas a la acumulación de bienes en manos muertas civiles y eclesiásticas, se tomaron medidas para impedir el acaparamiento y la especulación de grano, derivados de las crisis agrícolas, y se fomentó la libertad industrial y comercial. El periodo estuvo definido por la oposición radical a las ideas de la Revolución Francesa, razón por la cual se adoptó la denominada política de ‘cordón sanitario’, destinada a impedir su penetración en España.
El conde de Aranda, sucesor de Floridablanca desde febrero de 1792, tuvo como objetivo primordial el mantenimiento de una sólida neutralidad armada en los escasos meses de su gestión, la cual apenas duró hasta noviembre de ese año.

A partir de este momento y salvo un corto intervalo, Manuel Godoy dominó el panorama político español; los acontecimientos precipitaron su encumbramiento desde la Secretaría de Estado. Godoy era un asiduo en los ambientes de la corte, un hombre de ideas ilustradas que se mostraba tradicional y antirrevolucionario en lo que afectaba a la estructura política del Estado. No contaba, sin embargo, con la simpatía de los círculos de la ilustración española.

El progreso de las reformas, aunque con sobresaltos, continuó. Adquirió un gran desarrollo la obra cultural emprendida durante el gobierno de Carlos III, y surgieron nuevas instituciones de corte moderno como el Real Colegio de Medicina o el Observatorio Astronómico, junto con no pocas escuelas de artes y oficios. La promoción de las manufacturas o el fomento de las Sociedades Económicas de Amigos del País marcaron también una línea de continuidad de la política ilustrada.

Familia de carlos IV:

Este cuadro fue realizado por goya, y en él se retrato a la familia de Carlos IV, fue realizado en el año: 1800


Saturno devorando a sus hijos:

El cuadro Saturno devorando a un hijo es una de las pinturas al óleo sobre revoco que formó parte de la decoración de los muros de la casa que Francisco de Goya adquirió en 1819 llamada la Quinta del Sordo y, por tanto, pertenece a la serie de las Pinturas Negras.

LA CARGA DE LOS MAMELUCOS:

El dos de mayo de 1808 en Madrid, también llamado La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol es, junto con El tres de mayo, uno de los cuadros más célebres de Francisco de Goya y Lucientes, pintor español. El cuadro, pintado en 1814 en óleo sobre tela, se encuentra en el Museo del Prado, en Madrid.


Representa una escena del levantamiento del 2 de mayo contra los franceses, comienzo de la guerra de independencia española contra Napoleón, que había ocupado España en 1808 y había puesto como rey a su hermano, José.

En el cuadro, los insurgentes españoles atacan a los mamelucos, mercenarios egipcios que combaten al lado del ejército francés. Esta revuelta fue aplastada de forma sangrienta por el ejército de ocupación.

Los movimientos de los caballos y de los distintos personajes dotan al cuadro de un gran dinamismo. Refleja la escena con gran realismo, como puede verse la representación de los cuerpos caídos y los ríos de sangre. En el último término, se ve el perfil arquitectónico de Madrid, si bien tratado de tal manera que no distrae la atención del acontecimiento principal, que domina el primer plano.[1]

Goya usa una pincelada suelta. Utiliza un rico cromatismo. Su estilo recuerda a algunos cuadros del romanticismo francés, obras de Géricault o Delacroix.



La Maja Desnuda:


La maja desnuda es una de las más célebres obras del Francisco José de Goya y Lucientes. El cuadro es una obra de encargo pintada antes de 1800, en un periodo que estaría entre 1790 y 1800, fecha de la primera referencia documentada de esta obra.[1] Luego formó pareja con La maja vestida, datada entre 1802 y 1805,[2] probablemente a requerimiento de Manuel Godoy, pues consta que formaron parte de un gabinete de su casa.

En ambas pinturas se retrata de cuerpo entero a una misma hermosa mujer recostada plácidamente en un lecho y mirando directamente al observador. No se trata de un desnudo mitológico, sino de una mujer real, contemporánea a Goya, e incluso en su época se le llamó «la Gitana». La primacía temporal de La maja desnuda indica que en el momento de ser pintado, el cuadro no estaba pensado para formar pareja.

Se ha especulado con que la retratada sea la Duquesa de Alba, pues a la muerte de esta en 1802, todos sus cuadros pasaron a propiedad de Godoy, a quien se sabe que pertenecieron las dos majas, en forma similar a lo ocurrido con la Venus del espejo de Velázquez. Sin embargo no hay pruebas definitivas ni de que este rostro pertenezca al de la duquesa ni de que no hubiera podido llegar la Maja desnuda a Godoy por otros caminos, incluso, el de un encargo directo a Goya.

El Quitasol:


El quitasol (1777) es un cuadro de Francisco de Goya conservado en el Museo del Prado y que forma parte de la serie de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara; en concreto, para la serie destinada a la decoración del comedor del infante Carlos, entonces Príncipe de Asturias.

El cuadro fue ejecutado con toda probabilidad entre el 3 de marzo y el 12 de agosto de 1777, a juzgar por la datación de la entrega de la obra terminada a la Manufactura de Tapices. En el verano de 1777, el pintor hizo entrega de una serie que se destinaba a decorar el comedor del Príncipe de Asturias. Estos cartones fueron titulados así: El quitasol, El paseo por Andalucía (o La maja y los embozados), El bebedor y La riña en la venta nueva. En el documento de cuenta Goya tasaba El quitasol en quinientos reales de vellón. Goya recibió por esta serie completa de cartones 18.000 reales.

Hacia la mitad del siglo XIX el óleo fue trasladado al Palacio Real de El Pardo, donde se almacenó en el sótano del oficio de tapicería. Por orden real de 18 de enero y 9 de febrero de 1870 el cuadro ingresa como parte de los fondos del Museo del Prado y aparece en su catálogo por vez primera en 1876.



La Gallinita Ciega:


La gallina ciega (1789) es uno de los cartones que servían como modelo para las manufacturas de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara de Francisco de Goya y estaba destinado a la decoración del dormitorio de las infantas del Palacio de El Pardo y fue realizado poco después de que accediera al trono de España el rey Carlos IV. Se trata de la cuarta serie de cartones que Goya realizó entre 1788 y 1792, dedicados al ocio y las diversiones campestres. De este cartón se conserva un boceto previo en el Museo del Prado.

El cuadro muestra muchachos y muchachas jugando al popular pasatiempo de «la gallina ciega», con un personaje vendado en el centro que intenta tentar a los demás, que bailan en corro, con una gran cuchara.


Los jóvenes están vestidos de majos y majas, atuendo de las capas humildes de la sociedad española con que los aristócratas (como los de este cuadro) gustaron de vestir. Algunos otros, con casacas de terciopelo y tocados de plumas, siguen en cambio los dictados de la moda de las clases altas venida de Francia.

La composición está resuelta alternando los personajes entre los huecos que dejan los situados en primer y último término, y contrastando el joven que se agacha a la derecha para esquivar el cucharón con el que le intenta tocar y la mujer inclinada hacia atrás con otro joven que lo hace hacia adelante.

El cuadro es un exponente decantado del estilo galante o Rococó, y sus rasgos de estilo característicos: vivacidad, inmediatez, curiosidad, cromatismo de suaves rosas, texturas de gasa en las faldas de las mujeres, un paisaje de fondo luminoso y el reflejo de un momento encantador de disfrute de la vida no exento de posibilidades de flirteo.


El Pelele:


El pelele (1791 - 1792) es un cartón para tapiz de Francisco de Goya (267 x 160 cm), uno de los que ejecuta para tapices destinados al gabinete del rey Carlos III de España de El Escorial. Se trata de una escena popular. Pertenece al último periodo de Goya como pintor de cartones para tapices.

Cuatro majas mantean a un pelele, símbolo del sexo masculino, y riéndose. Representaría así a las mujeres como burladoras de los hombres. Es un cuadro de ejecución rápida. Los colores son luminosos. El estilo es en general, elegante y ligero, propio del siglo XVIII.


La Muerte Del Picador:



La muerte del picador o Cogida de un picador es un cuadro de Francisco de Goya pintado en 1793 poco después de la grave enfermedad que causó la sordera al pintor.

Se encuentra incluido en una serie enviada a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando junto con otros cuadros de pequeño formato sobre hojalata con asuntos de fantasía y capricho y taurinos del mismo año, como Apartado de toros o Toros en el arroyo, La captura del toro, El toro enmaromado o El gayumbo, Suerte de banderillas o Banderillas en el campo, Toreando de capa o Pase de capa y Suerte de matar.

De toda esta serie, es este uno de los cuadros más violentos. Muestra a un toro que ha corneado al picador y la punta del pitón asoma tras ensartar completamente su muslo. En tanto, el resto de la cuadrilla intenta evitar el peligro, algunos coleando al toro y otro picador alanceando al morlaco. El caballo ha caído al suelo destripado.



La Duquesa De Alba:



Este importante retrato de fines del siglo XVIII y ejemplo de una manera de elegancia aristocrática superior, reflejo de las minorías cultas de la Ilustración, pasó a la familia de los marqueses de Villafranca al fallecer el retratado sin hijos. Fue legado al Prado por Alonso Alvarez de Toledo, XXI Conde de Niebla y XV Marqués de los Vélez, aun cuando su viuda lo mantuvo en usufructo hasta su muerte en 1926. Fue entonces cuando ingresó en el Museo y no se citó en un catálogo hasta la edición de 1933.

Representa a José Álvarez de Toledo y Gonzaga, hijo primogénito de los marqueses de Villafranca, cuyo título ostentó; no obstante, es más conocido como duque de Alba por su matrimonio con María Pilar Teresa Cayetana de Silva, XIII duquesa de Alba de Tormes, con la que había contraído matrimonio a los diecinueve años de edad, contando ella únicamente trece.

El enlace nació de un arreglo entre ambas familias a fin de que la Casa de Alba recuperase el apellido tradicional originario de la misma, puesto que el efigiado era descendiente directo del II duque de Alba y a la vez los Villafranca emparentaban con uno de los linajes más acaudalados de España.

La efigie, apacible, de severo porte sin ser austera, y casi cotidiana, revela las simpatías del pintor hacia el modelo; la mancha clara detrás de la figura es un recurso habitual del autor, así como el juego de contrastes lumínicos. El atuendo es característico de la época aunque se capte algo de sobriedad propia de quien ha viajado por otras tierras que le han marcado una impronta distinta del medio hispano, más decorativo y colorista, de la época.

La relación de Goya con la Casa de Alba se consolidó fuertemente después de su enfermedad en 1793 y cabe considerar la posibilidad de que esa vinculación llegase por causa del parentesco entre el duque y el conde de Altamira, a quien el maestro aragonés había retratado para el Banco de San Carlos y poco después a toda su familia, a título privado. Otro ambiente que les pudo acercar fue la Real Academia de San Fernando de la que el protagonista de este lienzo era consiliario.

Aunque el retrato no está fechado se supone que es pareja del de la duquesa, con su perrito a los pies, que hoy se guarda en el madrileño Palacio de Liria, lo cual sitúa al lienzo en una fase de ejecución anterior en un año a la muerte del modelo. Éste, que había vivido varios años desde 1791 en Inglaterra, desearía una imagen conforme a sus gustos internacionales, lo que unido al conocimiento que Goya tenía del arte británico, a través de los grabados que llegaban a la Península y tal vez a los cuadros de esa escuela vistos en Cádiz, dio lugar al aire un tanto de "dandy" cultivado, que la fórmula escogida dimana.

En esta obra se advierten las inclinaciones del duque hacia las artes que el gesto y los elementos -partitura de Haydn, violín, piano- desvelan, tan opuestas a los gustos populares de su esposa. Era de carácter serio, incluso algo melancólico, y aire refinado y exquisito. Se interesó por la música de cámara, gusto que compartía con el infante don Gabriel de Barbón, hijo de Carlos III. Según se sabe por testimonios de su tiempo fue un hombre consecuente, muy religioso, que incluso vivía algo retraído.


Estudio De La Epoca A Traves De Obras Literarias.

No se salvaron tres de a caballo que corrían a todo escape hacia la Puerta del Sol. Se les hicieron varios disparos; pero irritados ellos cargaron sobre un grupo apostado en la esquina del callejón de la Chamberga, y bien pronto viéronse envueltos por el paisanaje. De un fuerte sablazo, el más audaz de los tres abrió la cabeza a una infeliz maja en el instante en que daba a su marido el fusil recién cargado, y la imprecación de la furiosa mujer al caer herida al suelo, espoleó el coraje de los hombres. La lucha -245- se trabó entonces cuerpo a cuerpo y a arma blanca.

Llegar los cuerpos de ejército a la Puerta del Sol y comenzar el ataque, fueron sucesos ocurridos en un mismo instante. Yo creo que los franceses, a pesar de su superioridad numérica y material, estaban más aturdidos que los españoles; así es que en vez de comenzar poniendo en juego la caballería, -249- hicieron uso de la metralla desde los primeros momentos.


La lucha, mejor dicho, la carnicería era espantosa en la Puerta del Sol. Cuando cesó el fuego y comenzaron a funcionar los caballos, la guardia polaca llamada noble, y los famosos mamelucos cayeron a sablazos sobre el pueblo, siendo los ocupadores de la calle Mayor los que alcanzamos la peor parte, porque por uno y otro flanco nos atacaban los feroces jinetes. El peligro no me impedía observar quién estaba en torno mío, y así puedo decir que sostenían mi valor vacilante además de la Primorosa, un señor grave y bien vestido que parecía aristócrata, y dos honradísimos tenderos de la misma calle, a quienes yo de antiguo conocía.


Ustedes no pueden figurarse cómo eran aquellos combates parciales. Mientras desde las ventanas y desde la calle se les hacía fuego, los manolos les atacaban navaja en mano, y las mujeres clavaban sus dedos en la cabeza del caballo, o saltaban, asiendo por los brazos al jinete. Este recibía auxilio, y al instante acudían dos, tres, diez, veinte, que eran atacados de la misma manera, y se formaba una confusión, una mescolanza horrible y sangrienta que no se puede pintar. Los caballos vencían al fin y avanzaban al galope, y cuando la multitud encontrándose libre se extendía hacia la Puerta del Sol, una lluvia de metralla le cerraba el paso.